

Disponible en librerías y en la página de la editorial
Dentro de esta caja, que es un volumen de cuentos agudos e iluminadores cuya suma da como resultado una novela, hay voces como espantos que se ganan frase a frase nuestra atención, hay personajes de paso que alcanzan a ser retratados por muy poco, expertos en eludir la realidad con la excusa de que la rutina es un fracaso de la libertad, parejas con vocación de decepción profunda, ciudades que deben ser contadas para volverse ciertas. Pero, tal como uno lo descubre apenas cierra, mudo, la segunda tapa, en este compendio de relatos están sobre todo el sentido del humor y el sentido de la tristeza y la extrañeza frente al mundo de la narradora Diana Ospina Obando: este nuevo libro suyo, Pasajeros en tránsito, es un manual de trampas mentales y de delirios concebido por una autora que ha visto demasiado y ha sabido verlo, y le devuelve la dignidad a los relatos que terminan ``y todo era un sueño...`` porque su lectura feliz va probando que lo que es un sueño es todo esto.
Ricardo Silva Romero
``Diana Ospina Obando subvierte con destreza las convenciones del cuento romántico al introducir ya sea un narrador poco fiable, un disonante elemento fantástico, un abrupto cambio de perspectiva o una distorsión en la cronología que confunda las expectativas del lector e ilumine la trama desde un ángulo insospechado.”
Mauricio Bonnett
``La clave de la escritura de Diana Ospina, como en el haikú oriental, está en la tensión que se produce entre lo que se dice y no se dice, entre lo que se nombra y lo que se calla. Alguien nos cuenta una historia, y, a propósito, nos oculta también cierta información, o la modifica, o la desvirtúa. Y en ese choque que se presenta entre lo conocido y lo oculto, entre lo visible y lo invisible, está la belleza de estos relatos, su potencia, su capacidad para mostrarnos costados inéditos de nuestra miserable condición humana. Su título, Pasajeros en tránsito, hace referencia justamente a que cada uno de estos protagonistas está en camino de ser descifrado,está viajando del silencio cómplice a la enunciación perversa``.
Mario Mendoza
Le choix pour cette anthologie couvre une longue période, allant de Luis Fayard (né en 1945), le doyen de ce florilège, à Margarita Garcia Robayo (née en 1980). Il répond à la volonté de montrer, pour reprendre l'expression d'Annie Morvan, que ``la littérature colombienne est une école de l'universalité``. Les nouvelles réunies dans le présent volume sont très représentatives de l'incroyable variété et de la richesse des styles, des thèmes et des approches que propose la littérature colombienne contemporaine : récits urbains, nouvelles psychologiques, histoires banales pleines d'humour noir, jeu d'érudition historique, fictions aux légères touches fantastiques, tableaux réalistes d'une société déchirée, fragments d'évocation poétique, cette palette bigarée de textes, à l'image du pays qui l'a produite, inclassable.
Adaptación en fábula de la historia ``El camino entre Chengue y Macayepo`` escrita por el periodista José Vicente Guzmán y que narra la reconciliación entre los habitantes de los corregimientos de Macayepo (Bolívar) y Chengue (Sucre).
Editorial CasaTomada, Perú 2012
Malos elementos es una antología de cuentos sobre los estremecimientos de nuestra época y la corrupción social generalizada: mafiosos que son a la vez victimarios y víctimas, amas de casa que optan por el crimen para sobrevivir, balas perdidas, políticos y empresarios contaminados por el poder, líneas de frontera, zonas de control, pandilleros y violadores…
¿Hacia dónde vamos -esa es la pregunta- con estos Malos elementos? ``
“Malos elementos viene legitimada por su hacedor. Si la balanza mental no me traiciona, `{`Salvador`}` Luis es uno de los que más ha trabajado la nueva narrativa en castellano, en general. Sea el formato que sea, nos ha presentado selecciones recomendables que reflejan su responsabilidad busquera; es decir, en su sensibilidad lectora yace su ética de antologador. Por lo tanto, sería mezquino no reconocer su gran esfuerzo, su buen olfato para detectar “tapaditos”, su habilidad para dotar de coherencia el corpus (algo que no es nada fácil, por cierto), enriqueciéndonos aún más el panorama de lo que se viene haciendo más allá de nuestras dachas literarias”. Gabriel Ruiz Ortega
“`{`Los personajes de Malos elementos`}` se exhiben con el whisky en la mano, sudando, habiendo aceptado y celebrado su mediocridad, siendo entre otros una ruma ilícita de piezas que dialogan sin desparpajo. Se multiplican, rompen la mano de quien sea y claro, la mayoría está presurosa por deshacerse de lo poco que tiene -integridad, honestidad- y cambiarla por lo mucho que desea: satisfacción”. Cecilia Podestá
El corazón habitado. Ultimos cuentos de amor en Colombia
Editorial Algaida, España, 2010
Del Prólogo: Durante décadas la literatura en Colombia dio
la impresión de estar sometida a la férrea etiqueta del
«realismo mágico», cuya hegemonía pareció intocable
bajo la sombra de un García Márquez transformado
en gurú de sus letras. Sin embargo, empiezas a desgranar
la lista de autores y muchos y muy buenos se
han ido despegando del «modelo napoleónico del
escritor latinoamericano». Nuevos escritores —podrían
citarse, entre otros, a Jorge Franco, Mario Mendoza,
Santiago Gamboa, Laura Restrepo, Efraim Medina,
Octavio Escobar, Ricardo Silva, Antonio García,
Juan Gabriel Vásquez— que oponen una nueva épica,
o una huida al desierto, con evidente resonancia, después
de tantos años de selva portentosa.
Colombia no tiene un autor que, como Borges,
Cortázar o Julio Ramón Ribeyro, deba su fama a este
género tan mal comprendido que es el cuento. Las
ficciones breves que allí se escriben hasta 1950 pertenecen
más a las formas antiguas del relato: la tradición
oral, el folclor medianamente estilizado, el cuadro de
costumbres. Y, aunque las que se escriben después de
esa fecha no nos permiten hablar con exactitud de una
nueva generación de cuentistas colombianos, sí que
evidencian un cambio de actitud hacia un género considerado
siempre como la cenicienta de las letras. El
camino del cuento ya no es, por tanto, para esta época,
excepcional, sino que es apreciado cada vez más
como un horizonte estético en sí mismo, como una
posibilidad a la que los autores se entregan con devoción
y que les sirve, sobre todo a los más jóvenes, de
carta de presentación en el mundo literario. Todo esto
ha generado una desigual eclosión del género a través
de antologías realizadas con los pretextos más diversos
(temático, y surgen cuentos eróticos, de mujeres,
urbanos, caníbales, de ciencia ficción o de la calle y
geográfico y entonces el cuento puede ser bogotano,
barranquillero, vallecaucano, antioqueño, caldense…).
Lo cierto es que la lista de cuentistas es amplia
y sigue creciendo...
LEER PRÓLOGO COMPLETO EN:
http://www.anaya.es/catalogos/capitulos_promocion/AG00083101_9999990531.pdf
Por Juan Pablo Plata
Sin extenderme en el lugar común exculpatorio de las antologías por haber dejado fuera en mi selección cuentos y autores importantes, presento, sin más, a un colectivo y dieciséis autores colombianos nacidos después de 1970, reunidos en la antología Señales de ruta.
Maduros en su proceso vital y literario, los autores seleccionados parecen desleír las teorías sobre el cuento de los maestros del género narrativo -Poe, Quiroga, Cortázar, Anderson Imbert, etc- con el olvido de ensayos y decálogos que antes eran preceptivas y guías fijas, para ser hoy pequeñas sugerencias. La libertad en voces, tonos y referencias mass media o transculturales permiten cuentos con enriquecedoras menciones televisivas, cinéfilas y librescas, entre otras; cuentos infractores de las señas dadas por los maestros, por intimistas, por usar lenguajes de otras artes, diálogos rápidos y un humor negro en su mayoría, apto para lenitivo de lectores escapistas o bien para aterrizar a estos mismos y hacerlos volver a la realidad.
Con desbordado optimismo espero ver el canon de la literatura colombiana afectado por este volumen en algunos años. Tengo una fe ciega en los cuentos y los autores seleccionados porque saqué el ripio y dejé lo divertido, lo lustroso para mostrar una camada digna de los primeros años de un siglo y un milenio. Siglo y milenio agitadores de los ánimos de muchos con las especulaciones sobre las guerras, las enfermedades, el medioambiente, asuntos tecnológicos y virajes sociopolíticos de la nueva era. En lo personal una duda, que por menos urgente no más importante, me asaltó sobre cómo sería la literatura colombiana en los tiempos por venir, si habría renacimientos, estancamientos o novedades, si el cuento volvería a ser la apuesta de los autores y los editores.
La respuesta me llegó cuando Arango Editores me propuso hacer una antología de cuento y descubrí más de un centenar de escritores en el proceso de selección en mis lecturas de narraciones de diletantes, novatos, escritores profesionales, hombres y mujeres, colombianos en la diáspora con historias impresionantes, conmovedoras, risueñas, llenas algunas de una sencillez opulenta en vida y gran valía literaria.
Me sorprendió ver otras realidades contadas aparte de la tendencia por temas como la violencia y el narcotráfico o la denominada pornomiseria; hallé otras historias de personajes impiadosos en Equipaje de mano de Diana Ospina; escapistas, sufridores del desamor y gozadores de amplias pero extrañas alegrías en los cuentos Terapia de Ignacio Piedrahíta Arroyave -autor de la sobresaliente novela Un mar-, Yo también de David Roa Castaño,Human nature de Gabriela Santa y Entre las estaciones centrales de María Castilla. La picaresca del rebusque en la venta de arte falsificado y de poca monta en El cuadro del abuelode Andrés Burgos; el oficio de traductor y negro literario del protagonista de Combustión espontánea de Juan Sebastián Cárdenas son complementos de tramas con asuntos turbios, paranormales y de hondura en las fibras humanas más allá de la anécdota y la broma.
Con argumentos dispares van los cuentos La decadencia de lo bacano de Sebastián Pineda Buitrago, situado en un espacio clásico romano con una bacanal desaforada a finales del imperio y Gato traidor de Carolina Alonso; padecen igual contraste frente a las otras creaciones el cuento Cricket de Javier Arturo Moreno y Cárcel blanca de Liliana Carbone, ambos con argumentos en que los seres son extranjeros, emigrantes, seres encerrados, en una posición fuera de lugar sin oportunidad de adaptación ni espacio en el nicho deseado. La iniciación sexual es el tema de La noche sin balas de Orlando Echeverri Benedetti, quien junto a Gerardo Ferro Rojas son las dos grandes revelaciones de escritores desde de la costa caribe. El trío Las filigranas de perder y Juan Álvarez tienen el saber propio de aquellos buenos contadores de historias sumado al uso del dialecto bogotano en el primer caso y mexicano, bogotano, chilango y más en el segundo. Lo policíaco corre por cuenta de Rubén Andrés Varona en Un vuelo de algo con alas de polvo.
Resta entonces la lectura morosa para evitar atafagos entre tanta variedad y esperar no muchos entuertos, para hacer el juicio de los autores incluidos en la antología con el favor de los lectores, la crítica y el mejor juez literario: el tiempo.