Me he demorado en poner por aquí las últimas recomendaciones que he hecho en
#Cinetflix. En días pasados le dedicamos uno a a películas inspiradas en vidas reales. Mi recomendada fue El castillo de cristal (2017) adaptación de la autobiografía del mismo nombre escrita por la periodista Jeanette Walls, a la que le agradezco, sobre todo, haberme interesado en leer esa tremenda autobiografía.
La película inicia con Walls (Brie Larson), ya adulta, que tras toparse por accidente con sus padres, convertidos en indigentes en Nueva York decide ignorarlos. Imposible no preguntarse ¿qué ha sucedido en esta familia?
El guion de Martí Nixon intercala el presente de Walls, próxima a casarse y exitosa en su trabajo, con escenas claves de su infancia y adolescencia en donde nos muestran cómo fue crecer en una familia completamente atípica y disfuncional.
La relación de Jeannette y su particular padre, un hombre soñador, inteligente pero también alcohólico y, como dice ella con la capacidad de ser extremadamente cruel, es parte esencial de la historia. Él quiere a su familia, claro, ¿pero es eso suficiente? El título, justamente, viene de la promesa repetida una mil veces por el padre a Jeanette de que algún día, no muy lejano, construirán un castillo de cristal donde podrán vivir y ser felices. La realidad termina por ser muy distinta, una vida nómada, llena de inestabilidad y pobreza.
Woody Harrelson hace un gran papel como ese padre al que, como espectadores, odiamos y queremos por partes iguales. Por momentos parece tener la respuesta a todo, creativo, libre, divertido, en otros, simplemente da miedo su profundo egoísmo y capacidad para hacer daño.
Naomi Watts encarna a la madre que cómo su marido cree en la libertad (es, además una artista) y secunda al padre en sus aventuras aunque, como veremos, también es víctima de él.
Los saltos del presente al pasado van mostrando la tensión existente en la vida de Jeanette ¿Qué hacer con ese pasado que pesa? ¿Cómo relacionarse en el presente con sus padres? ¿Es posible olvidar lo malo y quedarse solo con lo bueno?
La película cuenta, sin duda, con un reparto de lujo y eso saca adelante un guión que cojea varias veces (creo yo por el afán de sobre explicar ciertas cosas) y que no alcanza a captar muchas de las complejidades del libro que, sin duda, recomiendo ampliamente.
La familia puede ser nuestra prisión y, sin embargo, es una prisión propia que construye la persona que somos. Walls decidió mirarla, captar sus luces y sus sombras y poner en palabras lo que, muchas veces, solo se silencia porque avergüenza.
No quisiera dejar de recomendar otros muy buenos libros sobre familias disfuncionales: Nada se opone a la noche de Delphine Vigan, El club de los mentirosos de Mary Karr y Hilbilly, una elegía rural de J.D Vance (la adaptación que está en Netflix me parece que no logra captar la esencia del libro).