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En 1962 el entonces muy joven Mario Vargas Llosa recibió el Premio Biblioteca Breve con su primera novela titulada La ciudad y los perros.

Desde el título se ven claramente dos ejes fundamentales del relato, primero, Lima, la ciudad, y, por encima de todo, lo que sucede dentro de las paredes del colegio militar Leoncio Prado que se encuentra ubicado allí serán descritos con sumo detalle y crudeza. En segundo lugar los perros, que no es otra cosa que el nombre que reciben los novatos al ingresar a esta institución educativa. Llamarlos perros es importante porque desde el inicio estos son deshumanizados por los que van en cursos más avanzados y por los mismos militares. Bajo la consigna de formar varones fuertes se esconden los más terrible abusos y un submundo con sus leyes y jerarquías creado por los cadetes para subvertir el orden establecido y, sobre todo, sobrevivir.

Vargas Llosa crea una amplia gama de personajes que le permite retratar el microcosmos del colegio que, en últimas, no es otra cosa que el reflejo de la compleja y diversa sociedad peruana.

En la novela el escritor peruano crea diferentes narradores y explora con ellos las distintas voces que narran esa realidad: hay momentos de monólogos interiores que reflejan las distintos intereses, orígenes y cultura de los narradores, así como diálogos o intervenciones de un narrador externo omnisciente. A esto se suma, además, un particular manejo del tiempo de la narración en la que se intercala el pasado de tres cadetes sobre los cuales girará la acción. Cada uno de ellos pertenece a una clase social diferente y lidia con distintos temores y desafíos. Para construirlos Vargas Llosa se valió de sus propias experiencias personales y, sobre todo, de lo vivido en ese mismo colegio al que fue enviado en su adolescencia ,y contra su voluntad, por su padre.

En el capítulo “El cadete de la suerte” de su libro autobiográfico El pez en el agua, Vargas Llosa describe su experiencia personal de dos años en el Leoncio Prado donde no tardó en descubrir que era un espacio en el que los alumnos creaban ritos para volcar “los resentimientos, odios y prejuicios que llevaban dentro”. Al sensible escritor le impacta la manera como se entiende la masculinidad, el honor mientras se legitima la violencia y se respetan “jerarquías mecánicas determinadas por la cronología”.

Su novela es un retrato descarnado de la realidad al interior el colegio y de un acontecimiento que afecta profundamente a los protagonistas y pondrá de relieve las fisuras y perversiones del sistema mientras retrata el paso a la adultez de los personajes y el momento en que deberán decidir su lugar en el mundo.

Finalmente, como lo expone el autor desde el epígrafe de Jean Paul Sartre que escoge para iniciar su relato, de una u otra manera siempre estamos representando un papel, intentando cumplir un rol ¿cómo, entonces, saber quién somos en realidad?

En 1985 Francisco José Lombardi asumió el reto de adaptar esta novela al cine. Su primera decisión fue obviar cualquier salto temporal o reconstrucción del pasado de los personajes. La película se centra únicamente en lo que sucede en la institución, el reto entonces se centró en delinear las personalidades de los personajes a partir de cómo interactúan y se mueven en este mundo. Lombardi escoge contar la historia de una manera clásica enfatizando en la reconstrucción del ambiente militar, vetusto, anquilosado y frío. Por momentos introduce una voz en off de uno de los personajes recordando ese recurso de la novela en el que conocemos pensamientos íntimos de los personaje pero, sobre todo, definimos a estos por sus acciones. Lombardi reutiliza varios diálogos de la novela y respeta en general la estructura solo retirando lo que cree puede entorpecer o complicar una narración que prefiere lo más limpia y clara posible mientras, desde el mismo casting, señala las diferencias entre los protagonistas.

Amante del realismo y, cómo lo demuestra su filmografía, de denunciar diferentes aspectos de la realidad peruana aquí Lombardi centra sus esfuerzos en señalar los absurdos e incoherencias de esta educación castrense y, claro, de la institución militar que valida la violencia sin sentido y se aleja, cada vez más, de la búsqueda de la justicia y la verdad. No todos los personajes, claro, piensan así pero aquellos que intentan luchar contra esto no son bien recibidos.

Al igual que en la novela, el director peruano se esfuerza por mostrar la complejidad de esta sociedad en la “diversas sangres” y orígenes cohabitan alimentando prejuicios y odios entre unos y otros.

Finalmente, la película, como la novela, reflexiona sobre el heroísmo y la lealtad. ¿Qué significan lo uno y lo otro? ¿Cómo hacer lo correcto o cómo definirlo en un mundo de reglas cambiantes que sirven, finalmente, al que detiene el poder?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Diana Ospina Obando

Diana Ospina Obando

Escribir, leer, ver películas, viajar...¿me faltó algo?