En el 2015 Neeraj Ghaywan se llevó, con su primera película, el premio FIPRESCI (Federación internacional de la prensa cinematográfica) y el Prix de l´avenir en el festival de Cannes de 2015. Se trata de Masaan, mi recomendada en el #Cinetflix de hoy, que explora varias de las problemáticas latentes en la India contemporánea.
La película cuenta dos historias de manera paralela, la primera es la de Devi, una mujer que vive con su padre viudo y lucha por encontrar su lugar a pesar de las múltiples dificultades que encuentra para hacerlo.
Estas dificultades quedan claras en los primeros minutos de la película y en el terrible desenlace de la situación inicial que puede parecer exagerado para un espectador ajeno a la sociedad India y a las reglas impuestas por la religión hindú. La historia de Devi explora las tensiones entre los mayores y los más jóvenes, sobre todo el choque entre la tradición y los cambios que empiezan a buscar estos últimos, sin dejar de lado la crítica a la justicia y la corrupción rampante. Los silencios familiares, los duelos inconclusos, la falta de comunicación, la adicción al juego y la pérdida de los límites también aparecen en esta intensa historia.
De manera paralela se desarrolla la historia del joven Deepak que se centra en la problemática derivada del sistema de castas impuesto por la religión hindú .
Aunque más tradicional en su tema: chico enamorado de chica inalcanzable, la historia de Deepak nos introduce en un oficio que pocas veces veremos aparecer en una película: el de los encargados de quemar cuerpos en piras funerarias.
Sin duda la fuerza de esta película radica en la manera como retrata el universo que rodea a los protagonistas y a quienes los rodean. Ghaywan realiza un retrato vívido y natural de la milenaria Benarés, la ciudad sagrada, en donde muchos van a limpiarse o son cremados en alguno de los gaths que conducen al magnifico Ganges.
La ciudad se siente, se respira, mientras acompañamos a los diversos personajes en sus actividades y enfrentamientos diarios.
