
Diana Ospina Obando
Escribir, leer, ver películas, viajar...¿me faltó algo?
Recomendado para ti

De otra manera, Fábulas sobre acuerdos en Colombia (2019)

Diana Ospina Obandoabril 30, 2019
Escribir, leer, ver películas, viajar...¿me faltó algo?
Nació a la hora del almuerzo y eso marcó su gusto por la comida.
Su primer gato fue copo de nieve quien protagonizó historias llenas acción y aventuras junto a Jimmy el patinador y otros personajes creados por su padre para entretenerla.
Siguió la tradición familiar, aprendió francés, el método cartesiano y a quejarse por todo (aunque eso ya le aburra). La salvó que esa no era la única tradición a seguir y que las historias escritas (propias y ajenas) siempre ocuparon un espacio fundamental en su vida.
Descubrió que existía la carrera de literatura unos meses antes de salir del colegio y se salvó de estudiar algo útil.
Mientras estuvo en la universidad no abandonó el teatro, otra de sus pasiones.
Se graduó como profesional en Estudios Literarios de la Universidad Javeriana. Casi sin pensarlo cursó la Especialización en gerencia y gestión cultural de la Universidad del Rosario, quizás con la ilusión de volverse productiva.
Desde 1998 se topó con la docencia y ya nunca volvió a abandonar ese camino que combinó durante un buen tiempo con todo tipo de trabajos: productora de Mapa Teatro, productora del programa de televisión Libro abierto, correctora de estilo, etc.
Dejó todo para irse a recorrer Estados Unidos a ver si era cierto que tocaba odiar ese país. No solo descubrió que no, tras meses de carretera y hermosísimos parques naturales, sino que además terminó teniendo una hija gringa.
Obtuvo la Beca Mutis en el 2001, así que abandonó Estados Unidos, para realizar una maestría en Letras Modernas en la Universidad Iberoamericana de México. Allí descubrió las delicias del picante y el inmenso corazón de los mexicanos. Y para que no quedaran dudas del lazo con ese país se devolvió a Bogotá con una segunda hija mexicana.
Desde su regreso está dedicada por completo a la enseñanza, al cine, a la escritura, a sus dos hijas, a viajar y a un sin fin de quehaceres domésticos y cotidianos que muchas veces le impiden hacer todas las cosas que desearía. Sin embargo, su felicidad radica en saber, precisamente, que quedan miles de cosas por ver, leer, escribir y conocer.