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Cine

Donde viven los monstruos (2009) Spike Jonze

By diciembre 21, 2009diciembre 21st, 2015One Comment

♥♥♥1/2

Spike Jonze asumió el difícil reto de llevar a la pantalla el conocido libro infantil de Maurice Sendak, Dónde viven los monstruo (Where the wild things are). Con pocas palabras, unas ilustraciones cuidadas y preciosas, Sendak  cuenta la historia del pequeño Max, un niño disfrazado de lobo que tras un día de travesuras y patanerías es enviado castigado y sin cenar a su habitación. Sin embargo, el encierro dura poco para este imaginativo niño que se trasladará desde allí a la tierra de los monstruos donde será coronado rey y podrá hacer su voluntad.

Jonze, director y guionista junto con Dave Eggers, contará en esencia la misma historia. Sin embargo, nos damos cuenta sólo al leer estas líneas, que es difícil imaginarse toda una película basada en esas pocas páginas. La clave del éxito residió, desde mi punto de vista, en buscar captar la esencia del libro que permite, a pesar de su aparente simplicidad, múltiples lecturas. Esa multiplicidad está dada por las ilustraciones cuidadosas y elaboradas (muy al estilo de otro autor infantil fantástico, Anthony Browne). Max es un niño, claro, pero su trajecito de lobo lo hace ver diferente, se disfraza para corretear por su casa causando desastres, busca hacer su ley siendo esta especie de animal indómito. Por su parte, los dibujos de los monstruos están llenos de detalles particulares, son como mezclas de diversos y variados animales, con garras y dientes filosos no hay uno que se parezca otro y, gracias a  sus actitudes y posturas, se adivina algo de sus personalidades.

Jonze toma todos estos elementos y se esmera en darles vida y recrear unas imágenes alucinadas, estéticas, con estos seres sobrenaturales caminando junto al niño lobo en la mitad de desiertos de arenas amarillas, en bosques de grandes árboles o durante la construcción de un fuerte fantástico.

Por si esto fuera poco, el director se concentra en el niño e imagina una historia para este pequeño enfadado que ya no quiere acatar órdenes. Es así como nos sumergimos en la vida de Max (interpretado de manera creíble, créalo o no, por alguien llamado Max Records), quien tiene una vida como cualquier otra con una hermana mayor que ya tiene otros intereses y no desea pasar tanto tiempo con él y una madre divorciada que lo adora pero que debe trabajar duro para mantener la casa, a la vez que desea reiniciar su vida amorosa con otra persona.

Max está triste como sólo se puede estar a los 10 años y uno se siente infinitamente solo y enojado y tiene la sensación de que es la única persona del mundo que se está sintiendo así y de que no se puede hacer nada, nada, para mejorar la situación y, sobre todo, para evitar esa rabia espantosa que surge de la tristeza  y que parece dominarlo todo.

Max se siente víctima y culpable de sus rabietas espantosas, de su grosería y, sobre todo, de no poder evitarlo y es por eso que debe partir a ese mundo en el que todo parece posible y dónde podrá reinar. El problema, y esta es la apuesta más arriesgada de la película, es que los monstruos no son otra cosa que representaciones de ese “lado salvaje” que lo domina y para ellos la vida no es nada fácil tampoco. Atrapados en sus rabias y dolores, la vida en ese mundo de monstruos es divertida y triste a la vez, las relaciones son complejas, llenas de cariño, camaradería pero también temor, resentimiento, desconfianza. Carol, por ejemplo, el monstruo más cercano a Max, es dulce, creativo, pero es, a la vez, incapaz de controlarse  cuando ve que sus deseos porque todo sea perfecto se vean frustrados; en esos momentos, Carol, es capaz de lastimar a quienes lo aman  sin ningún miramiento.

No es un viaje fácil el que ha emprendido Max, es un viaje de autoconocimiento y sanación que tiene momentos divertidos y otros oscuros y dolorosos.

Con imágenes memorables, algunas poderosamente simbólicas,  una hermosa banda sonora Dónde viven los monstruos es una película conmovedora y extraña a la vez, sobre la que difícilmente se puede decir que será del gusto de un público infantil.

Diana Ospina Obando

Diana Ospina Obando

Escribir, leer, ver películas, viajar...¿me faltó algo?