Una de mis obsesiones cotidianas son las múltiples y variadas posibilidades que ofrece un día cualquiera. Caminas por ahí, ves un rostro familiar ¿saludas o pasas de largo? Hagas lo que hagas me es difícil no pensar en las puertas que se abrieron y en las inevitables que fueron cerradas. Me sucede con los encuentros, con las caras conocidas, con esos pequeños giros gestos o saludos que podrían, pueden, pudieron cambiarlo todo.
A veces pienso, lugar común, que las cosas hubieran sido mejores sí…, diferentes sí… no me dura mucho la sugestión porque me gusta ver la sucesión de acontecimientos que me ha hecho quién soy y pensar que, por lo menos, en esas fracciones de segundo la decisión ha sido mía y que yo he fraguado mi destino por encima de klos azares y los oscuros designios de las parcas.