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De llantos y risas

By marzo 13, 2006diciembre 9th, 2014No Comments
Un día, no hace tanto, pasé una noche horrible y me levanté atragantada de tristeza.
Siento que muchos dolores guardados emergieron de repente, muchos miedos, muchas lágrimas. Nunca es fácil abandonar lo que se conoce, lo que se quiere y esa mañana me levanté con la certeza de que algo había cambiado, de que la relación que había tenido hasta ese momento se había terminado.

Empecé a llorar a eso de las 7 de la mañana; el llanto para mí sigue siendo una experiencia nueva y extraña. Durante muchos años no pude llorar, sentía un nudo en la garganta que me aprisionaba pero de lágrimas nada… A ratos salían pero entonces era una especie de emerger forzado, lloraba con esfuerzo, me costaba y al final me dolía mucho la cabeza. Las lágrimas llegaron a mí tras la maternidad, suena a lugar común pero la maternidad puede colonizar aspectos desconocidos de nuestro interior, a mí me conectó con mis lágrimas, me enseñó a expresar mis sentimientos, a dejarlos fluir.
Ese día, entonces, ese domingo de enero, tomé aire y empecé a llorar. Lloré por todo… por mí que me sentía triste, por una historia que terminaba, por otras historias, por la sensación de quedar sola frente una vida que se abría indeterminaba hacia mí y que era menester recorrer sola. Lloré por sueños rotos,por dolores viejos como heridas. Cuando ya llevaba tres horas llorando decidí bañarme y bajo el agua de la ducha tuve una avalancha de recuerdos, las lágrimas ya no parecían suficientes… Entonces empecé a aullar, no reconocía mi propia voz bajo el agua pero ya no me importó me pareció peor guardar eso por dentro. Además sentí, que ese llanto desesperado limpiaba el espacio… que los recuerdos que me dolían se convertían en recuerdos, que de alguna forma llorarlos los purificaba, los liberaba.
No sé cuánto tiempo aullé, no sé durante cuanto tiempo regresé a ese estado casi animal pero ya estaba vestida y sentía la mano de Carolina tomandome la mía.
Supongo que cuento esta historia como conté la de los ruidos internos porque no deja de sorprenderme que siempre existan dos lados de una misma sensación. Porque no puedo evitar crear vínculos y siento que lo que lloré con desmesura ese día encontró su equilibrio durante este fin de semana.
Acompañada y feliz,rodeada de amigos festejando, sintiendo el aire caliente alrededor mío sentí, de nuevo, que no termino de redescubrirme y reiventarme… que el tiempo trascurre diferente cuando se está feliz y que la vida me ha premiado durante todos estos días con sorpresas y regalos maravillosos.
Y todo fluyó.
Cuando se está feliz el cuerpo se siente grácil y ligero y la boca se ve obligada a sonreir.
Bailas feliz….
En algun momento de la madrugada.. dentro de una piscina de agua tibia y tras el ambiente cargado de energía que había dejado la tormenta eléctrica que nos había sorprendido me sentí sobrehumanamente feliz…y entonces empecé a reirme… Al comienzo eran carcajadas de esas que lo agarran a uno a veces, pero cada vez se hicieron más fuertes, más y más fuertes y sentía que todo el cuerpo se me estremecía y que mi risa se elevaba por encima de la música, de las voces… que mi risa me conectaba con algo primigenio y feliz. Una risa plena y absoluta que limpiaba todo.
Y ahí estaba el cielo abierto…. el recuerdo de unas historias recientes y felices. El abrazo que me rodeaba y mi risa que lo llenaba todo y se abría como una promesa de felicidad.

Diana Ospina Obando

Diana Ospina Obando

Escribir, leer, ver películas, viajar...¿me faltó algo?