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Cine

Mi nombre es Dina (2002)

By junio 2, 2005noviembre 6th, 2014No Comments

 

La acción ocurre en Noruega a mediados del XIX. La protagonista, Dina, es quien nos contará su historia. “Mi nombre es Dina, no soy nadie” dice muy pronto… Difícil no estremecerse durante los primeros 15 minutos de la película tras la trágica y espantosa muerte de la madre causada, por accidente, por la pequeña Dina. La secuencia es espantosa y es, más que evidente, que la psique de la niña, ya no será la misma a partir de ese momento. (No puedo dejar de señalar que la actriz Pernilla August parece estar especializándose en los papeles de madre que muere trágicamente, recordemos el Capítulo II de Star Wars). Dina se ha quedado sola y su padre la culpa por lo ocurrido, desde ese momento deja de verla, está allí pero la ignora, y si la mira y si por un instante la ve es para castigarla, de alguna manera, por lo ocurrido.

Abandonada a su suerte, lacerada y dolida Dina se convertirá en una especie de animal salvaje. Aprenderá a mirar el mundo con ojos asustados pero sabrá exactamente cómo defenderse. De su autismo será rescata por su profesor particular quien logrará conectarla con la realidad a través de la música. Sin embargo, no será esta el epicentro de la película, no es una historia de auto superación a través de la música; la fascinación de Dina hacia ella es, más bien, la de un animal salvaje ante melodías armoniosas. La música consigue calmarla y se convertirá, desde el momento en que será capaz de interpretarla, en una herramienta para canalizar sus pasiones. Porque en la protagonista conviven dos fuerzas, una vital y salvaje, llena de coraje y erotismo (como lo descubre tras su matrimonio por conveniencia) y otra oscura que la vincula para siempre con el mundo de los muertos. Para recuperar un poco la cordura, su mente infantil la ha hecho creer que causar la muerte de su madre era necesario para aliviarla de dolores y sufrimientos y a partir de ese momento se sentirá vinculada fatalmente con la muerte y capaz de producirla en aquellos que la rodean (cosa que de una u otra forma termina por ser cierta).
Dina, fuerte, inteligente, caprichosa y decidida camina descalza con sus vestidos sueltos desafiando una época y un modo de ser. Ama con pasión pero no encuentra sosiego a sus impulsos, a las fuerzas del erotismo y muerte (Eros y Tanatos) que cohabitan en su interior.

¿Quién la puede rescatar de esa disyuntiva? Su maestro, antes de morir, le aconseja que viva y ame, que no se muera sola. Dina lo intenta pero las relaciones humanas son complejas y abrir su corazón es algo que no se aprende en medio de la batalla por sobrevivir.

La película es la adaptación de un libro cosa que se hace evidente en la construcción de personajes complejos y en las múltiples relaciones que entreteje. Precisamente, por el afán de condensar mucha información, algunas historias no se desarrollan del todo y queda uno que otro cabo suelto, pero en general es una historia creíble y trágica, enmarcada por una fotografía cuidadosa que se regodea con los preciosos e imponentes paisajes Noruegos en los que se percibe la fuerza desmedida de la naturaleza. . El sabor del final es ambiguo ( nos recuerda El piano de Jane Campion), Dina no está dispuesta a permitir ser abandonada por quienes ama y ese es un propósito muy difícil y doloroso porque de una u otra forma siempre terminamos solos.

Tras los subtítulos queremos pensar que ella se ha liberado, que el amor, quizás, pueda sanar sus heridas, pero la película ha sembrado la inquietud, lo que se pide es difícil, las fuerzas condensadas en Dina conviven en un frágil equilibrio que tiende a resquebrajarse y los deseos formulados por una niña asustada y culpable pueden volverse mortales, ¿no es eso, acaso, lo que esa mirada inquietante del final nos trasmite?

Diana Ospina Obando

Diana Ospina Obando

Escribir, leer, ver películas, viajar...¿me faltó algo?