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Mi recomendada en el #Cinetflix de esta semana fue una película libanesa, nominada al Óscar a mejor película extranjera en 2018, que llegó hace poco al catalogo de Netflix : El insulto

La acción transcurre en Beirut. Yasser, un refugiado palestino, busca arreglar un desagüe de un balcón que infringe las normas legales. Tony, que hace parte del partido cristiano, impide, de la peor manera, que se realice el trabajo. Yasser insulta a Toni. El incidente, en apariencia anodino, desemboca en un segundo enfrentamiento en donde Tony será el que insulte a Yasser. La pelea de estos dos hombres sólo está empezando. Cada uno tiene razones de peso para no querer pasar la página y olvidarlo, aunque, claro, eso sería lo más sencillo.
El porqué de cada una de las posturas se va a explicar a lo largo del desarrollo de la película en donde descubrimos las tensiones políticas y religiosas que se viven a diario en un país que intenta dejar atrás una guerra civil cuyas heridas continúan abiertas.

Ziad Doueiri, director y guionista, busca precisamente eso, mostrar cómo lo no sanado puede emerger bajo cualquier excusa, en cualquier momento. Es difícil ver al otro cuando se está convencido de tener la razón y cuando no conocemos el sufrimiento ajeno. En los primeros minutos quizás hayamos tomado un partido, creeremos saber quién tiene la razón, Doueiri no tardará en demostrarnos que eso es muy relativo, las cosas no son blancas y negras, ni nada se resuelve tan fácil. Gran parte del peso de la película recae, claro, en Yasser y Tony , interpretados por Kamel El Basha y Adel Karam, que encarnan con fuerza y sutiliza a sus dos personajes. Sobre todo Karam quien parece, al inicio, un intransigente fanático pero que irá revelando paulatinamente la complejidad de sus carácter.


Los personajes secundarios terminan por completar el cuadro: las esposas, acompañando incondicionalmente a sus maridos pero aterradas de ver cómo escala este enfrentamiento que ellas no aprueban y la interesante dupla propuesta por los abogados. Esta última representa en sí misma el enfrentamiento de dos maneras de estar en el país y vivir las leyes. La joven que desea proteger a los desamparados y dejar atrás el pasado, el mayor, que lo vivió todo y cree que en toda esta situación hay un mensaje que es necesario hacer pasar.

Los primeros planos a los rostros nos mantienen cerca y conectados a los protagonistas mientras la tensión crece y las consecuencias de esta pelea terminan por sobrepasar a los protagonistas para convertirse en un detonante de violencia en el país. Que no se nos olvide, lo pequeño siempre puede hacerse más grande.


El insulto hace, finalmente, un llamado a escucharnos y vernos. Conocer la historia del otro, ponernos por un instante en su lugar podría cambiar muchas cosas. Con tono esperanzador el director nos incita a no dejar asuntos sin resolver y a aceptar que, tras una guerra civil, no basta con sacar decretos para que todo esté en paz.

 

Diana Ospina Obando

Diana Ospina Obando

Escribir, leer, ver películas, viajar...¿me faltó algo?