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Tras cosechar numerosos premios y reseñas positivas e n los lugares donde se presentó llega, al fin, a las pantallas del país Gente de bien, el primer largometraje escrito y dirigido por el director y guionista colombiano Franco Lolli.

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La premisa es sencilla, Eric, un niño de 10 años, ve cómo su vida cambia para siempre el día que su madre decide dejarlo al cuidado del padre al que poco o nada ha visto, mientras ella va a iniciar una nueva vida lejos de la ciudad.

En estos primeros minutos son ya visibles las fortalezas de la película: la manera respetuosa con la que Lolli se acerca a sus personajes y sus complejidades, la naturalidad y sobriedad (tan escasa a veces en las producciones nacionales) de la actuación de ellos y los detalles sutiles que nos brinda el manejo de la cámara.En el trasteo de la madre, mientras acompañamos a Eric, solo en una silla, escuchamos conversaciones cotidianas, vemos cajas empacadas y una cuna desarmada. No necesitamos más para entender que en esta familia recompuesta Eric no tiene lugar. Quizás su madre cumpla su promesa de buscarlo cuando ya esté instalada pero, por ahora, lo ha entregado a ese padre lejano.

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Gabriel, el padre, es tranquilo y sencillo. Asume como puede su nuevo papel de papá e intenta, con paciencia, acercarse a ese hijo cuya tristeza se expresa en rabia y frustración. Eric se acopla a las malas a esta nueva vida, despreciando al padre, odiando todo, rebelándose contra un destino que no pidió pero que le tocó en suerte. Es entonces cuando irrumpe María Isabel, una mujer de clase alta, que le da trabajo a Gabriel y que decide integrar a Eric a su vida familiar, permitiendo que juegue y comparta como igual con su hijo y primos de la misma edad.

Esto es sin duda lo más dramático de la película, lo que podría ser una clásica historia de rico ayuda a pobre y cambia su vida, se transforma , con sutileza ante nuestros ojos en otra cosa. Es cierto que Eric sonríe, y deja de esta mal encarado todo el tiempo, es cierto que María Isabel es generosa, comprensiva y paciente, pero también lo es que hay mundos que no pueden conciliarse solo con buenas intenciones.

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Gente de bien es precisamente eso, una reflexión honda y crítica sobre personas que solo esperan hacer las cosas de manera correcta , hacer el bien, pero ¿qué se esconde tras tal motivación? A veces, tal vez, no vemos al otro, a los otros, y esas ganas de ayudar solo son el anhelo por satisfacer un deseo paradójicamente egoísta para sentirnos mejor con nosotros mismos.

De manera pausada, Lolli nos va introduciendo en este mundo cotidiano, sencillo, en el algo no termina por encajar y en el que la tensión va subiendo lentamente.

Eric no puede ocultar su rabia, esa tristeza marchita que sale de la peor manera, ni siente que tenga nada que agradecer. Gabriel intenta, como puede, cumplir sus labores de padre pero se siente inútil y sobre todo, culpable por lo poco que tiene para ofrecerle a ese hijo que se le escapa de las manos. María Isabel lidia apenas con sus hijos e intenta, como puede, ser fiel a unos valores en los que ayudar a otros debe ser una prioridad aunque, sin saberlo, sus buenas intenciones partan de una ingenuidad y desconocimiento profundos de ciertas realidades.

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Lejos de los estereotipos y caricaturas que tan bien se explotan en muchas producciones nacionales aquí ni los ricos son malos y despectivos, ni los pobres naturalmente buenos y recursivos. Las diferencias entre unos y otros, en realidad son mínimas, tanto Gabriel como María Isabel lidian como pueden con su labor de padres, y los niños, parecen todos iguales y se ríen de las mismas cosas, pero, finalmente, esto es solo la superficie.

Sin melodrama, con sobriedad, y gracias a una cámara, muchas veces, cercana al documental, Lolli consigue una película sólida narrada desde la mirada de un niño (personaje al que Bryan Santamaría, el joven actor, consigue enriquecer con múltiples matices) de la que se desprenden diversas interpretaciones y sobre todo una mirada crítica a una sociedad fracturada socialmente.

 

Diana Ospina Obando

Diana Ospina Obando

Escribir, leer, ver películas, viajar...¿me faltó algo?