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Sobre los hombres lobos

By septiembre 19, 2006enero 27th, 2015No Comments

Hay noches así en las que uno puede terminar coonociendo a un hombre lobo. Ellos andan por ahí, se pasean con su mejor sonrisa, con desfachatez y soltura. Los hombres lobos siempre se hacen sentir porque hablan fuerte, están seguros de sí mismos, te miran con desenvoltura.

Es difícil no ser caperucita frente a ellos y caperucita, como se sabe, se detuvo a pesar de las advertencias a hablar con el lobo y le confiódetalles de su vida. Los lobos son así, te hacen creer que son inofensivos y cuando menos lo crees se han zampado a tu abuelita y te esperan vestidos con camisón para engatusarte y qué díficil es resistirse a sus juegos y halagos y fingir que no te interesa saber por qué ahora lleva puesto ese rídiculo sombrerito rosa. Hay caperucitas furibundas como la que creó Andres Caicedo en su cuento Los dientes de caperucita pero la mayoría son, somos, más ingenuas. El hombre lobo al sonreir muestra sus dientes y tú sabes que corres peligro y el después puede arguir en su defensa que siempre se mostró así lo que pasa es que una caperucita que se respete creerá que es posible doblegarlo con cariño, vaya uno a saber.
En mi caso, por lo menos, tengo buenas migas con el cazador del pueblo y el rumor se ha corrido rápido, los lobos se me alejan porque se imaginan que terminaran con la panza abierta, es probable porque no soporto la claustrofobia por mucho tiempo. Pero bueno, ¿qué sería de nuestro bosque sin sus acechos, sus aullidos y la inquietud de su presencia fugitiva?

Diana Ospina Obando

Diana Ospina Obando

Escribir, leer, ver películas, viajar...¿me faltó algo?